Friday, March 18, 2011

Oda a la cafetera- un poema original

Diosa de la cocina,

que manda la viveza con cada hilito;

no hay otra máquina con que se pueda comparar.

La tostadora me da una bienvenida cálida en la mañana,

pero como un amante pegajoso

me quema con sus intenciones buenas.

Y al microondas con su puntualidad y facilidad:

doy gracias por su trabajo,

pero fracasa al calentar el centro de mi comida,

el centro de mi corazón.

Y el lavaplatos—

limpia con el esfuerzo de cien hombres,

pero es poco económico,

cargando la madre tierra con la utilización de sus recursos preciosos.

Imperfectas son las otras.

Buscando otra.

Incompletas.

Pero he encontrado

la invención inmaculada que es

la cafetera.

¿Qué puedo decir de la reina de la encimera?

Vestida de botones y luces,

nunca fracasa.

Cada mañana levanto al sonido de tu susurro,

Convenciendo la cocina en murmullos.

Con el aroma dulce que produce,

arrastro mis piernas agotadas que llevan mi cuerpo dormido.

Soy un perezoso,

deambulando hacia mi cama sin dirección.

Pero tú,

tú me das dirección,

un camino recto que me motiva a empezar mi día.

Con ternura calientas el agua, con lentitud

y con cariño lo introduces al poso de café.

En una ceremonia espléndida los dos se unen.

La sacerdotisa de la unión perfecta,

declaras el matrimonio en el nombre de Dios.

Y en gotas delgadas, la pareja se establece,

descansando por ahora.

Oh cafetera,

con tu sabiduría infinita y tu mano afectuosa,

me has dado el sustento de la existencia vana.

Reina de la cocina,

emperadora de la encimera,

madre de la viveza,

sacerdotisa de los elementos,

creadora infinita.

Gracias.

Produces para que pueda despertarme,

para que pueda respirar,

oliendo la belleza de hoy.

Gracias.

Cada día me das la fuerza,

poder ser una persona agradable,

la motivación de ser yo.

Gracias a ti, Reina de la Cocina.

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