En el comentario al principio de "La muerte y la doncella" Elie Wiesel da una serie de preguntas para reflexionar sobre las acciones morales llevadas a cabo por los tres personajes durante la historia. En mi propia reflexión, voy a enfocar tres preguntas de Wiesel con un intento de entender la respuesta de Paulina, Gerardo y Roberto en la obra de teatro. Primero, Wiesel pregunta “¿Un ser humano sigue siendo humano después de haber descendido a las profundidades de lo inhumano?” (Dorfman, 9). En realidad, no hay una respuesta definitiva a esta pregunta. Sin embargo, las acciones de Roberto y Paulina en varias escenas muestran las ideas de Dorfman sobre el efecto de lo inhumano en la humanidad. De alguna manera, pienso que un ser humano no sigue siendo humano después de haber descendido a las profundidades de lo humano. Pero cuando la persona puede justificar sus acciones y sus crímenes en su propia mente, la persona puede sentirse como humana. Roberto muestra esta idea cuando habla del rol de la música de Schubert. Dice “Ponía música porque eso ayudaba al rol que me tocaba hacer, el rol del bueno, que le dicen, ponía Schubert para que me tomaran confianza. Pero también porque era un modo de aliviarles el sufrimiento…Tienen que creerme que yo pensé que era un modo de aliviarles el sufrimiento a los tenidos. No sólo la música, sino que todo lo que hacía” (Dorfman, 75). Para él, no estaba haciendo algo inhumano durante la dictadura. Racionaliza lo malo con lo bueno. Como dice, pensaba que era un modo de aliviarles el sufrimiento. De esta manera, sigue siendo humano porque en su mente, no había descendido a las profundidades de lo inhumano.
Paulina reacciona en la misma manera. Aunque ella persigue la venganza contra Roberto, ella puede racionalizarla porque cree que busca la justicia. El hecho que cree que una confesión lleva la justicia se dirige a la segunda pregunta de Wiesel: “¿En qué punto la justicia se transforma en venganza?” (Dorfman, 9) Esta cuestión me lleva a preguntar otra “¿Qué es la justicia?” En realidad, no sé si hay una respuesta universal o si existe la justicia. Sin embargo, cada personaje cree algo diferente de la justicia en La muerte y la doncella. Para Paulina, la justicia es una confesión. Ella se da cuenta que Roberto no ha tenido que reconocer sus acciones inhumanas y cree que hasta entiende la profundidad de su tortura, la justicia no existe. También cree que la justicia es la tortura interna que siente Roberto cuando mira sus acciones. Por esta razón, lo graba.
Ante los ojos de Gerardo, la justicia parece diferente. Para él, la justicia proviene de la Comisión. Un castigo formal y oficial permitirá la recuperación del país y de su esposa. Sin embargo, entiende que la justicia es diferente para su esposa. Aunque no está de acuerdo con sus maneras poca ortodoxas, muestra su sumisión al poder del pasado de Paulina cuando dice a Gerardo, “Yo creo que entiendo esa necesidad suya porque es una necesidad que tiene el país entero. De eso hablábamos anoche. La necesidad de poner en palabras lo que nos pasó” (Dorfman, 62). La combinación de las dos perspectivas muestra la idea que no hay una justicia universal y por eso, la línea entre justicia y venganza es borrosa. Para mí, las acciones morales de Paulina representan una mezcla de los dos elementos. Quiere la justicia pero la venganza la inspira. No hay una separación de la ambos aspectos para Paulina.
Finalmente, Wiesel pregunta “¿Cómo hace uno para llevar una existencia “normal” después de haber pasado por un infierno?” (Dorfman, 9). La respuesta no es simple y como las otras, pienso que no hay una respuesta universal. Sin embargo, no sé si hay una manera de vivir una existencia “normal” después de experimentar la tortura. Al final de la obra de teatro, Gerardo y Paulina se encuentran en un evento elegante. Los dos parecen “normales” al público, pero no creo que ella haya recuperado al terror de la dictadura. No hay una indicación definitiva que todavía sufre, pero el lector puede sentir la tensión en su encuentro con Roberto. No ha olvidado y la memoria no le permite ser “normal.” La música y su cara todavía son recuerdos del infierno. Ella puede funcionar en la vida cotidiana y recuperar (parcialmente) su dignidad pero ser “normal” es una tarea imposible.
En mi opinión es imposible responder a la segunda cuestión de este texto. No estoy en el lugar de Paulina. Nunca he experimentado la tortura ni un odio tan fuerte. Otro ser humano no ha cometido un acto tan inhumano y no he sufrido el infierno físicamente ni emocionalmente. Por eso, no puedo responder completamente a esta pregunta. Hay varias reacciones que yo podría tener. Espero que pudiera perdonar y olivar pero la realidad es que pienso que no podría hacerlo. Pienso que no tendría la confianza ni la fuerza de hacer lo que hizo Paulina. Pero al mismo tiempo, pienso que no podría perdonar ni olvidar. Para las personas que experimentaban “el infierno”, el dolor que se sentía no es algo del pasado. Es algo que cada día se sienten. Define sus vidas y sus personajes. Pienso que las personas que no han experimentado algo tan horrible no pueden saber cómo reaccionarían.
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